(por R.A)
Confieso que escribo dos pasos más lejos
del fuego. La fecha, 24 de marzo, habla sola, grita, se hace bandera y piedrazo
a veces; más que nunca estas veces. Empapado de palabras con olor a naftalina,
lleno de antiguas innovaciones, el viejo relato se despatarra en la boca de
jarro de funcionarios costosos y palabreros. Hace un tiempo buscaron un cuenta ganado
y desempolvaron la ecuación de la vieja escuela; para hablar de tragedias
aceleraron con números, según los buenos mozos 9 mil no es tanto. Después nos
dimos cuenta que 9 mil, esta vez hablando de los sueldos de los jubilados, se
le quedó pegado al presidente en su pegajosa lengua que siempre parece recién
estrenada. Las víctimas del terrorismo de estado las bajó y el ingreso de los
jubilados los subió, para todo, 9 mil lo tranquiliza se ve, al hombre Newman.
Entre las voces que amucharon los hombres
globo me sorprendió la de un concejal de Pinamar, busqué referencias y entendí
que fue prestigioso al echar a un intendente pasado de vueltas, corrupto,
difícil de cesantear; el tipo con coraje y buenas ideas logró lo que nadie
conseguía. Se declara radical del lado socialista; aunque nos cueste creerlo
mirando las caras y las huellas de Sanz, Morales, Aguad y varios más, el
radicalismo formó parte de la Internacional Socialista, una antigua y
prestigiosa entidad que hace varios años perdió una de esas dos
características, tache la que vea de más. El rebote kirchnerista hizo, como en
la década del 40, que las boinas blancas se tiñan un poco y se destiñan sus
ideales y se juntaron con el amarillo fiestero, dibujaron con un dedo en el
agua una alianza tironeada en la espalda de la historia. Ganaron y hoy se lucen
en la sombra de aquellos que gobiernan con twiter y clicks una Argentina lejanas
a sus mousse. El radicalismo mira el baile con una copa de champán caliente;
pero no se retira ni contradice. Así la historia repite sus deformidades y la
UCR, y éste concejal, defienden a los que echaron a patadas a su más afamado
líder de la etapa democrática, Raúl Alfonsín. No lo digo yo, lo decía Alfonsín
en todos sus ricos discursos, tan ricos que sus correligionarios se los
comieron.
Elijo el discurso en Pinamar porque
realmente el gesto era novedoso, se inaugura un mural de una escuela pública,
la noche del 24; hecho literalmente con las manos del pueblo que las dejaban
impresas mientras en letras grabadas a toda brocha (trazo vivo, tajeando el
muro, plantándose en el medio de la vida) se leía 30.000 desaparecidos. Sin
dejar un cero afuera, así juntos los cero son un grito que no deja de gritar.
Con esa escena, ese muro rajando la noche, casi apoyado en la espalda de Lucas
Ventoso, ése es el concejal de Cambiemos del que hablo, se encargó en nombre de
la historia de intentar (fuerte, peleador) borrar la pared. En la fecha del
homenaje, frente al muro que se encargaba de dividir la noche en dos, Lucas
habló de otro día, otras fechas; y citándose intérprete infalible de la
historia, la rompió para quedarse con los pedazos que mejor le contienen la
intensión, la voluntad de su partido político, patrocinador de su gestión. Lo
que Lucas dice, lo dicen los que sostuvieron al gobierno militar y les idearon
el plan económico. Porque Ventoso no lo dice, pero sabe, que los militares
fueron el brazo criminal y ejecutor de un plan craneado en despachos muy altos
de la ciudad porteña, la elite empresarial saltaba como si fueran goles con
cada medida económica de Martínez de Hoz (uno de ellos) sentado en el
ministerio de economía, con esas orejas descomedidamente grandes apuntando para
una sola boca. Piensen, pensemos, el Holding
que lidera el presidente Macri tenía en 1975, 7 empresas; cuando
finalizó la dictadura, tenía 51. También el concejal lo sabe.
El propósito de la intervención del
funcionario, que en todo momento dijo que no venía a discursear aunque se ve
que no está en su momento más firme, era según sus dichos, contextualizar el
golpe militar, ubicarlo en un punto de la historia y rodearlo de hechos que lo
justifiquen, que le den carácter de inevitabilidad; olor a destino se puede
inferir. Hace años que creo en la idea que la Historia es de los historiadores,
y uno debe pesar y cotejar de modo constante la veracidad del relato que
encare, o que nos encare; si me hubiera quedado con la historia del manual de
mi escuela, seguramente Roca sería casi un héroe y no un genocida, como el
tiempo y el peso de su paso (a veces cansino y demorado) comprobaron. Así fue
que Lucas contextualizó para su lado y esquivó datos, los movió o directamente
los retorció. Justo el día de la fecha, fue a avisar que no era tan así. Ubica
el comienzo de las intervenciones militares en 1955, en el bombardeo a Plaza de
Mayo por la falange católica del ejército y el posterior golpe militar que
quitó libertades y se autoproclamó Revolución Libertadora. Se olvidó del golpe
al presidente Irigoyen en 1930,
mandatario radical y también héroe partidario; fue preso y comenzó la triste
costumbre de torturar a opositores, fusilar, esconder y suspender garantías
civiles. La elección del 55 como el principio de una siniestra costumbre puede
que se deba a la espectacularidad del procedimiento, aviones tirando bombas y
baleando la plaza principal de la ciudad en hora pico; también, y Lucas lo
reseñó, a partir de ese día no se pudo nombrar la palabra Perón ni derivados,
tampoco Eva, el cadáver de ella fue profanado, se proscribió al partido
Justicialista (única vez en la historia) y se permitieron dos elecciones
presidenciales en las que sendos presidentes radicales gobernaron hasta que los
militares permitieron. Ventoso también lo contó pero no detalló algunas
cuestiones, el radicalismo aceptó formar parte de una elección sin que una
fuerza política pueda participar, grave falta de ética que casi todos omiten y
sobre todo en el afamadísimo e impoluto Arturo Illia, hombre que llevó el
presupuesto de educación al 21% y que hoy todo el arco de Cambiemos lo ensalza
como ejemplo de honestidad pero que lo tachan con el filoso codo que los
caracteriza, Lucas Ventoso incluido. La democracia en Argentina fue parcial
(cuando se lo permitieron) o no existió hasta 1973. Sin proscripción, el
justicialismo ganó por afano y Cámpora, a los empujones, se corrió para que el
símbolo del partido vuelva de su exilio español y se alce con el poder y el
gobierno. Y acá Lucas agarra a la historia un poquito del cuello y empieza a
desobedecer datos, mezclarlos, o directamente omitirlos. Habla de la violencia
institucional de la Triple A (real, existió) pero la culpó de hechos que no
fueron. Contó muertos en Ezeiza el día del retorno del viejo líder, dice 400 ó
500, pero no contó los del bombardeo a la plaza de Mayo, iniciador según él
mismo del ciclo de muertes que confluyen en el inevitable 24 de marzo de 21
años después. Bueno, en ese acto fallido de Ezeiza la Triple A aún no existía,
tampoco existía cuando Augusto Vandor, líder sindical y político del peronismo
que planteaba un “peronismo sin Perón” y los montoneros decidieron hacerlo sin
Vandor; en el año 69 y con Lopez Rega en el exilio prostático del General en
España. El único cable que le queda atado al relato contextualizador del
concejal es el de Agustín Tosco, preso luego del Cordobazo por los militares,
dejado en libertad en la amnistía camporista, perseguido hasta su enfermedad y
clandestino a partir del año 1974, con Perón muerto y la Alianza Anticomunista
Argentina suelta como nunca. El enorme líder de Luz y Fuerza muere disfrazada
su identidad en un hospital de La Plata, trasladan el cadáver sus compañeros
hasta la Córdoba natal sentado en un auto, vestido y disimulando su muerte. Lo
velan en la casa de un compañero de lucha, concurren decenas de miles de
militantes y son baleados por agentes de la Triple A. Ahí acertó, tampoco lo
hizo con Rucci, al que lo mataron los Montoneros a la salida de su casa,
Operación Traviata se llamó por la cantidad de agujeros que tenía la galletita
y el cuerpo del líder cegetista después de las ametralladoras montoneras. Que la
Triple A matara a ambos, Tosco y Rucci, es absurdo en aquel contexto (si quiere
contextualizar correctamente) ya que eran enemigos a muerte. La existencia de
las Tres A es innegable, pero no necesitamos retorcer datos para que nos den
las cuentas. Además de ser una organización clandestina absolutamente,
paramilitar; los argentinos de aquellos años íbamos a tener la posibilidad de
elegir otro gobierno, regía la constitución y los códigos civil y penal,
existían garantías constitucionales que no permitían ser detenido sin motivo,
había Habeas Corpus que evitaba el ocultamiento de la identidad del detenido.
La Triple A era una organización asesina y vergonzosa, pero no estableció una
maquinaria con dos de los tres poderes suspendidos, con las tres ramas del
ejercito funcionando por y para ese plan, no vino a instalar negocios con
cadáveres, no torturaba para delatar, no establecía una alianza con los países
limítrofes para que nadie estuviera a salvo hasta cruzar algún océano. Nada
salva un crimen, pero sin la Triple A no hubiera existido el golpe militar y
los 30 mil desaparecidos?, ahí quiere llegar este gobierno, sus escritores, sus
locutores y sus concejales de ciudades pequeñas?, por eso encierra a Vandor y
Tosco y Rucci bajo la misma luz?, por eso miente? La tragedia Argentina es
vasta y nada se diferencia de los demás territorios, hace nomás 50 años los
baños en Estados Unidos, los transportes públicos estaban separados para que
negros y blancos no se rocen, se prendía fuego a los negros y ahora aquellos
niños hoy son viejos funcionarios de un gobierno elegido por un pueblo; y así
podemos hablar del Gulag soviético, del campo de concentración nazi, de la
ESMA, del Estadio Nacional de Chile. Mismo en nuestro país y bajo un gobierno
ensalzado como el primero de Irigoyen existió la Semana Trágica, la persecución
de los obreros anarquistas, el fusilamiento de los obreros patagónicos. Poner
una fecha al comienzo de la violencia, al enfrentamiento de la sociedad, a la
violencia armada del y desde el Estado es farrangoso; pero el peso del 24 de
marzo no merece parangones, ni comparaciones, ni equivalencias; incluir a las
Tres A como proto masacre es un error que obedece al contexto que Lucas no
analiza.
Las palabras de los dirigentes oficialistas
tienen una intención obediente con un contexto que los tiene a ellos como
generadores de políticas de desigualdad y pauperización de las condiciones de
vida de millones de argentinos que, tarde o temprano, se comerán al lobo;
entonces el lobo señala para atrás y nos pone a los opositores en el lugar
equivocado, pero el que ellos necesitan para que la reacción sea justificada.
El discurso de Lucas en esa fecha y ahí parado engorda el ideario macrista, si
él se llama a contextualizar bueno bien; practiquemos también con él.
Legisladores PRO publicaron el mismo día del aniversario un post indicando que
recordemos la fecha no como un hecho sangriento, una era de violencia si no
como un llamado a evitar nuevas “interrupciones a gobiernos democráticos”; lava
de sangre y espanto la fecha, la pasteuriza, la hierve, la pone limpita de
fallas en la punta de su lengua, la dicen sin ponerse colorados. Previo y desde
que el gobierno asumió su rol de mojar las hojas de la historia que no quieren,
robando muertos, encogiéndose de hombros, olvidadizos, distraídos; la fecha los
incomoda. Luego de la fecha el estado argentino decide pedir a la Comisión Interamericana
por los Derechos Humanos (que andan volando por Jujuy y Milagros Sala) que
reciba a los familiares de los militares muertos por las guerrillas, igualando
como siempre lo hecho por el Estado de
un país y su maquinaria con un grupo de ciudadanos violentos. Como ese empate
les cuesta hace mucho, van a los reglamentos y retuercen la historia para que
entre adonde ellos necesitan, Lucas hizo lo mismo; repitió sistemas y palabras.
Volviendo a los contextos y la historia, desligar a éstos empresarios con
aquellos que sostuvieron y se beneficiaron con la dictadura criminal es un
tropiezo, son las mismas sociedades, los mismos apellidos, pero con mucha más
plata y poder; eludirlos buscando crímenes que antecedan y propicien una
masacre tan divisoria de nuestra historia tiene una intención contraria a lo
que expresan; no busca echar luz sino más bien lo contrario, los mismos que
aquella vez empujaron a los generales hoy preparan el terreno para pegar,
sacudir y echarnos la culpa. Sólo así se entiende semejante omisión, tan
retorcido todo, forzado por discursos como el de Pinamar; sin tapujos, a todo o
nada, frente a la mismísima fecha, en el medio del homenaje.
Enumerar la cantidad de medidas socio
económicas equivalentes con aquel gobierno es tarea individual, a ésta altura
un click lo expone, una tecla abre la ventana sola a la etapa más perversa y
siniestra de nuestra historia, los beneficiados son los mismos, apuntan a la
misma parte de la sociedad, exprimen en los mismos rincones y lo hacen
invirtiendo la historia, dando vuelta el reloj de arena. Estos relatos, el de
los funcionarios oficialistas incluyendo a Lucas Ventoso, aunque él quiera
desprenderse de la versión oficial (curiosamente les contesta a los que se
sintieron vulnerados, a los que el ruido los conmovió, que todos deberían saber
que él no opina igual que Macri; en vez de hacernos suponer lo que piensa, lo
debería explicitar) buscan mezclar, desmitificar y ponerse en las mismas botas
de aquellos asesinos buscando en lo inevitable, la excusa de su crimen.
Finalizando lo casi eterno, quería aclarar
algo que pocos dicen y que rompe con el mito del radicalismo como garantía
democrática infalible. El gobierno de Isabel Perón se desangraba, López Rega
huye, ella pide licencia y asume Ítalo Luder que junto a Ruckauf le abren la
puerta a los masacradores con un decreto que lisa y llanamente llama a
aniquilar a la subversión, dejando en manos del ejercito la seguridad interior,
la palabra aniquilar estaba textual en la ley. La entonces presidenta vuelve de
su licencia por salud y se reúne con el jefe del radicalismo, el inefable
Doctor Balbín, adversario de Raúl Alfonsín; comulgan un llamado a elecciones en
el año 76 (corria el final del 75). Balbín decide visitar a Videla, esconde el
encuentro y pocos meses después se hizo 24 de marzo, se acabó la democracia, se
rompió el pacto; mostrando que hay violencias mucho más letales y silenciosas
que una bomba o una ametralladora. La continuidad de aquellos planes son estos
discursos pretenciosos de celeridad y buen gusto, nada hay de ecuánime en una
masacre de 30 mil personas, de desapariciones y gente arrojada viva al mar,
ninguna verdad objetiva nace de una parrilla y un ser humano empapado y desnudo
aguantando cables pelados en sus genitales y mucho menos si ese que sostiene
los cables, maneja el avión; es el estado; nada de lo que digan tacha ese modo
de imperar, que duró siete años, que se hace vigente cuando los gobiernos los
quieren mezclar para que no se note, para confundirnos.
Nunca más es un final, un no retorno, un
tajo que no desaparece más aunque las voluntades lo quieran desintegrar; el
sentido de aquellos muertos muy queridos, de aquel sadismo multiplicado y
oculto no se disuelve en la boca de ninguno de estos voluntarios. Nada
sorprende pero tampoco deja de sorprender; nos pisan el jardín de nuestras
casas, vienen a embarrar la historia otra vez. Nuestras manos y el espíritu
colectivo que nació de aquella tierra arrasada es más fuerte que cualquier
marketing negador. La historia ya pasó por la balanza muchachos, y la rompió.
El último contexto surge hoy lunes. Hay
menos dinero en lo bolsillos del pueblo, hay más armas en los arsenales del
ejército, comprada con la guita que se escatima a los docentes (por ejemplo) a
los jubilados; hace 40 años (mirá vos) que nadie compra tantas armas como éste
gobierno. Algunas fechas vuelven solas.