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miércoles, 29 de marzo de 2017

Borrón y cuenta vieja


(por R.A)


Confieso que escribo dos pasos más lejos del fuego. La fecha, 24 de marzo, habla sola, grita, se hace bandera y piedrazo a veces; más que nunca estas veces. Empapado de palabras con olor a naftalina, lleno de antiguas innovaciones, el viejo relato se despatarra en la boca de jarro de funcionarios costosos y palabreros. Hace un tiempo buscaron un cuenta ganado y desempolvaron la ecuación de la vieja escuela; para hablar de tragedias aceleraron con números, según los buenos mozos 9 mil no es tanto. Después nos dimos cuenta que 9 mil, esta vez hablando de los sueldos de los jubilados, se le quedó pegado al presidente en su pegajosa lengua que siempre parece recién estrenada. Las víctimas del terrorismo de estado las bajó y el ingreso de los jubilados los subió, para todo, 9 mil lo tranquiliza se ve, al hombre Newman.
Entre las voces que amucharon los hombres globo me sorprendió la de un concejal de Pinamar, busqué referencias y entendí que fue prestigioso al echar a un intendente pasado de vueltas, corrupto, difícil de cesantear; el tipo con coraje y buenas ideas logró lo que nadie conseguía. Se declara radical del lado socialista; aunque nos cueste creerlo mirando las caras y las huellas de Sanz, Morales, Aguad y varios más, el radicalismo formó parte de la Internacional Socialista, una antigua y prestigiosa entidad que hace varios años perdió una de esas dos características, tache la que vea de más. El rebote kirchnerista hizo, como en la década del 40, que las boinas blancas se tiñan un poco y se destiñan sus ideales y se juntaron con el amarillo fiestero, dibujaron con un dedo en el agua una alianza tironeada en la espalda de la historia. Ganaron y hoy se lucen en la sombra de aquellos que gobiernan con twiter y clicks una Argentina lejanas a sus mousse. El radicalismo mira el baile con una copa de champán caliente; pero no se retira ni contradice. Así la historia repite sus deformidades y la UCR, y éste concejal, defienden a los que echaron a patadas a su más afamado líder de la etapa democrática, Raúl Alfonsín. No lo digo yo, lo decía Alfonsín en todos sus ricos discursos, tan ricos que sus correligionarios se los comieron.
Elijo el discurso en Pinamar porque realmente el gesto era novedoso, se inaugura un mural de una escuela pública, la noche del 24; hecho literalmente con las manos del pueblo que las dejaban impresas mientras en letras grabadas a toda brocha (trazo vivo, tajeando el muro, plantándose en el medio de la vida) se leía 30.000 desaparecidos. Sin dejar un cero afuera, así juntos los cero son un grito que no deja de gritar. Con esa escena, ese muro rajando la noche, casi apoyado en la espalda de Lucas Ventoso, ése es el concejal de Cambiemos del que hablo, se encargó en nombre de la historia de intentar (fuerte, peleador) borrar la pared. En la fecha del homenaje, frente al muro que se encargaba de dividir la noche en dos, Lucas habló de otro día, otras fechas; y citándose intérprete infalible de la historia, la rompió para quedarse con los pedazos que mejor le contienen la intensión, la voluntad de su partido político, patrocinador de su gestión. Lo que Lucas dice, lo dicen los que sostuvieron al gobierno militar y les idearon el plan económico. Porque Ventoso no lo dice, pero sabe, que los militares fueron el brazo criminal y ejecutor de un plan craneado en despachos muy altos de la ciudad porteña, la elite empresarial saltaba como si fueran goles con cada medida económica de Martínez de Hoz (uno de ellos) sentado en el ministerio de economía, con esas orejas descomedidamente grandes apuntando para una sola boca. Piensen, pensemos, el Holding  que lidera el presidente Macri tenía en 1975, 7 empresas; cuando finalizó la dictadura, tenía 51. También el concejal lo sabe.
El propósito de la intervención del funcionario, que en todo momento dijo que no venía a discursear aunque se ve que no está en su momento más firme, era según sus dichos, contextualizar el golpe militar, ubicarlo en un punto de la historia y rodearlo de hechos que lo justifiquen, que le den carácter de inevitabilidad; olor a destino se puede inferir. Hace años que creo en la idea que la Historia es de los historiadores, y uno debe pesar y cotejar de modo constante la veracidad del relato que encare, o que nos encare; si me hubiera quedado con la historia del manual de mi escuela, seguramente Roca sería casi un héroe y no un genocida, como el tiempo y el peso de su paso (a veces cansino y demorado) comprobaron. Así fue que Lucas contextualizó para su lado y esquivó datos, los movió o directamente los retorció. Justo el día de la fecha, fue a avisar que no era tan así. Ubica el comienzo de las intervenciones militares en 1955, en el bombardeo a Plaza de Mayo por la falange católica del ejército y el posterior golpe militar que quitó libertades y se autoproclamó Revolución Libertadora. Se olvidó del golpe al presidente  Irigoyen en 1930, mandatario radical y también héroe partidario; fue preso y comenzó la triste costumbre de torturar a opositores, fusilar, esconder y suspender garantías civiles. La elección del 55 como el principio de una siniestra costumbre puede que se deba a la espectacularidad del procedimiento, aviones tirando bombas y baleando la plaza principal de la ciudad en hora pico; también, y Lucas lo reseñó, a partir de ese día no se pudo nombrar la palabra Perón ni derivados, tampoco Eva, el cadáver de ella fue profanado, se proscribió al partido Justicialista (única vez en la historia) y se permitieron dos elecciones presidenciales en las que sendos presidentes radicales gobernaron hasta que los militares permitieron. Ventoso también lo contó pero no detalló algunas cuestiones, el radicalismo aceptó formar parte de una elección sin que una fuerza política pueda participar, grave falta de ética que casi todos omiten y sobre todo en el afamadísimo e impoluto Arturo Illia, hombre que llevó el presupuesto de educación al 21% y que hoy todo el arco de Cambiemos lo ensalza como ejemplo de honestidad pero que lo tachan con el filoso codo que los caracteriza, Lucas Ventoso incluido. La democracia en Argentina fue parcial (cuando se lo permitieron) o no existió hasta 1973. Sin proscripción, el justicialismo ganó por afano y Cámpora, a los empujones, se corrió para que el símbolo del partido vuelva de su exilio español y se alce con el poder y el gobierno. Y acá Lucas agarra a la historia un poquito del cuello y empieza a desobedecer datos, mezclarlos, o directamente omitirlos. Habla de la violencia institucional de la Triple A (real, existió) pero la culpó de hechos que no fueron. Contó muertos en Ezeiza el día del retorno del viejo líder, dice 400 ó 500, pero no contó los del bombardeo a la plaza de Mayo, iniciador según él mismo del ciclo de muertes que confluyen en el inevitable 24 de marzo de 21 años después. Bueno, en ese acto fallido de Ezeiza la Triple A aún no existía, tampoco existía cuando Augusto Vandor, líder sindical y político del peronismo que planteaba un “peronismo sin Perón” y los montoneros decidieron hacerlo sin Vandor; en el año 69 y con Lopez Rega en el exilio prostático del General en España. El único cable que le queda atado al relato contextualizador del concejal es el de Agustín Tosco, preso luego del Cordobazo por los militares, dejado en libertad en la amnistía camporista, perseguido hasta su enfermedad y clandestino a partir del año 1974, con Perón muerto y la Alianza Anticomunista Argentina suelta como nunca. El enorme líder de Luz y Fuerza muere disfrazada su identidad en un hospital de La Plata, trasladan el cadáver sus compañeros hasta la Córdoba natal sentado en un auto, vestido y disimulando su muerte. Lo velan en la casa de un compañero de lucha, concurren decenas de miles de militantes y son baleados por agentes de la Triple A. Ahí acertó, tampoco lo hizo con Rucci, al que lo mataron los Montoneros a la salida de su casa, Operación Traviata se llamó por la cantidad de agujeros que tenía la galletita y el cuerpo del líder cegetista después de las ametralladoras montoneras. Que la Triple A matara a ambos, Tosco y Rucci, es absurdo en aquel contexto (si quiere contextualizar correctamente) ya que eran enemigos a muerte. La existencia de las Tres A es innegable, pero no necesitamos retorcer datos para que nos den las cuentas. Además de ser una organización clandestina absolutamente, paramilitar; los argentinos de aquellos años íbamos a tener la posibilidad de elegir otro gobierno, regía la constitución y los códigos civil y penal, existían garantías constitucionales que no permitían ser detenido sin motivo, había Habeas Corpus que evitaba el ocultamiento de la identidad del detenido. La Triple A era una organización asesina y vergonzosa, pero no estableció una maquinaria con dos de los tres poderes suspendidos, con las tres ramas del ejercito funcionando por y para ese plan, no vino a instalar negocios con cadáveres, no torturaba para delatar, no establecía una alianza con los países limítrofes para que nadie estuviera a salvo hasta cruzar algún océano. Nada salva un crimen, pero sin la Triple A no hubiera existido el golpe militar y los 30 mil desaparecidos?, ahí quiere llegar este gobierno, sus escritores, sus locutores y sus concejales de ciudades pequeñas?, por eso encierra a Vandor y Tosco y Rucci bajo la misma luz?, por eso miente? La tragedia Argentina es vasta y nada se diferencia de los demás territorios, hace nomás 50 años los baños en Estados Unidos, los transportes públicos estaban separados para que negros y blancos no se rocen, se prendía fuego a los negros y ahora aquellos niños hoy son viejos funcionarios de un gobierno elegido por un pueblo; y así podemos hablar del Gulag soviético, del campo de concentración nazi, de la ESMA, del Estadio Nacional de Chile. Mismo en nuestro país y bajo un gobierno ensalzado como el primero de Irigoyen existió la Semana Trágica, la persecución de los obreros anarquistas, el fusilamiento de los obreros patagónicos. Poner una fecha al comienzo de la violencia, al enfrentamiento de la sociedad, a la violencia armada del y desde el Estado es farrangoso; pero el peso del 24 de marzo no merece parangones, ni comparaciones, ni equivalencias; incluir a las Tres A como proto masacre es un error que obedece al contexto que Lucas no analiza.
Las palabras de los dirigentes oficialistas tienen una intención obediente con un contexto que los tiene a ellos como generadores de políticas de desigualdad y pauperización de las condiciones de vida de millones de argentinos que, tarde o temprano, se comerán al lobo; entonces el lobo señala para atrás y nos pone a los opositores en el lugar equivocado, pero el que ellos necesitan para que la reacción sea justificada. El discurso de Lucas en esa fecha y ahí parado engorda el ideario macrista, si él se llama a contextualizar bueno bien; practiquemos también con él. Legisladores PRO publicaron el mismo día del aniversario un post indicando que recordemos la fecha no como un hecho sangriento, una era de violencia si no como un llamado a evitar nuevas “interrupciones a gobiernos democráticos”; lava de sangre y espanto la fecha, la pasteuriza, la hierve, la pone limpita de fallas en la punta de su lengua, la dicen sin ponerse colorados. Previo y desde que el gobierno asumió su rol de mojar las hojas de la historia que no quieren, robando muertos, encogiéndose de hombros, olvidadizos, distraídos; la fecha los incomoda. Luego de la fecha el estado argentino decide pedir a la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos (que andan volando por Jujuy y Milagros Sala) que reciba a los familiares de los militares muertos por las guerrillas, igualando como siempre lo  hecho por el Estado de un país y su maquinaria con un grupo de ciudadanos violentos. Como ese empate les cuesta hace mucho, van a los reglamentos y retuercen la historia para que entre adonde ellos necesitan, Lucas hizo lo mismo; repitió sistemas y palabras. Volviendo a los contextos y la historia, desligar a éstos empresarios con aquellos que sostuvieron y se beneficiaron con la dictadura criminal es un tropiezo, son las mismas sociedades, los mismos apellidos, pero con mucha más plata y poder; eludirlos buscando crímenes que antecedan y propicien una masacre tan divisoria de nuestra historia tiene una intención contraria a lo que expresan; no busca echar luz sino más bien lo contrario, los mismos que aquella vez empujaron a los generales hoy preparan el terreno para pegar, sacudir y echarnos la culpa. Sólo así se entiende semejante omisión, tan retorcido todo, forzado por discursos como el de Pinamar; sin tapujos, a todo o nada, frente a la mismísima fecha, en el medio del homenaje.
Enumerar la cantidad de medidas socio económicas equivalentes con aquel gobierno es tarea individual, a ésta altura un click lo expone, una tecla abre la ventana sola a la etapa más perversa y siniestra de nuestra historia, los beneficiados son los mismos, apuntan a la misma parte de la sociedad, exprimen en los mismos rincones y lo hacen invirtiendo la historia, dando vuelta el reloj de arena. Estos relatos, el de los funcionarios oficialistas incluyendo a Lucas Ventoso, aunque él quiera desprenderse de la versión oficial (curiosamente les contesta a los que se sintieron vulnerados, a los que el ruido los conmovió, que todos deberían saber que él no opina igual que Macri; en vez de hacernos suponer lo que piensa, lo debería explicitar) buscan mezclar, desmitificar y ponerse en las mismas botas de aquellos asesinos buscando en lo inevitable, la excusa de su crimen.
Finalizando lo casi eterno, quería aclarar algo que pocos dicen y que rompe con el mito del radicalismo como garantía democrática infalible. El gobierno de Isabel Perón se desangraba, López Rega huye, ella pide licencia y asume Ítalo Luder que junto a Ruckauf le abren la puerta a los masacradores con un decreto que lisa y llanamente llama a aniquilar a la subversión, dejando en manos del ejercito la seguridad interior, la palabra aniquilar estaba textual en la ley. La entonces presidenta vuelve de su licencia por salud y se reúne con el jefe del radicalismo, el inefable Doctor Balbín, adversario de Raúl Alfonsín; comulgan un llamado a elecciones en el año 76 (corria el final del 75). Balbín decide visitar a Videla, esconde el encuentro y pocos meses después se hizo 24 de marzo, se acabó la democracia, se rompió el pacto; mostrando que hay violencias mucho más letales y silenciosas que una bomba o una ametralladora. La continuidad de aquellos planes son estos discursos pretenciosos de celeridad y buen gusto, nada hay de ecuánime en una masacre de 30 mil personas, de desapariciones y gente arrojada viva al mar, ninguna verdad objetiva nace de una parrilla y un ser humano empapado y desnudo aguantando cables pelados en sus genitales y mucho menos si ese que sostiene los cables, maneja el avión; es el estado; nada de lo que digan tacha ese modo de imperar, que duró siete años, que se hace vigente cuando los gobiernos los quieren mezclar para que no se note, para confundirnos.
Nunca más es un final, un no retorno, un tajo que no desaparece más aunque las voluntades lo quieran desintegrar; el sentido de aquellos muertos muy queridos, de aquel sadismo multiplicado y oculto no se disuelve en la boca de ninguno de estos voluntarios. Nada sorprende pero tampoco deja de sorprender; nos pisan el jardín de nuestras casas, vienen a embarrar la historia otra vez. Nuestras manos y el espíritu colectivo que nació de aquella tierra arrasada es más fuerte que cualquier marketing negador. La historia ya pasó por la balanza muchachos, y la rompió.

El último contexto surge hoy lunes. Hay menos dinero en lo bolsillos del pueblo, hay más armas en los arsenales del ejército, comprada con la guita que se escatima a los docentes (por ejemplo) a los jubilados; hace 40 años (mirá vos) que nadie compra tantas armas como éste gobierno. Algunas fechas vuelven solas. 




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