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sábado, 1 de octubre de 2016

Por qué?






(Rodrigo Avelleira)

El gobierno nacional cuando comienza su gestión decide, en una de sus primeras medidas y en tiempos de récord mundial de decretos; sumar uno más para otorgarle otra vez los fondos de las Obras Sociales a los sindicatos. El estado había decidido administrarlos casi en su totalidad para repartir entre los sindicatos que tuvieran mayor infraestructura en salud; hay que recordar que los empleados que reciben su sueldo en blanco pueden decidir qué obra social quieren, no importa su actividad; así fue que la destruida bancaria optaba casi siempre por comercio y en algunos casos (según el banco) en su sueldo está incluída alguna prepaga. La transferencia que el gobierno de Macri realizó a los sindicatos fue de $9 mil millones (algo más) directo a los engordados y felices bolsillos de los capos sindicales. Así fue que se explicó el apoyo tangible que tuvo como candidato el empresario Macri por parte de los gremialistas más famosos; llegando a la parodia de inaugurar un monolito de Perón en el mismo lugar donde meses después hicieron (se vieron obligados) un acto multitudinario en su contra. Macri peronista es un oxímoron, una licencia poética, un permiso embriagado de sospechas.

El recuerdo viene en éstos días a pegar en la cara de los trabajadores que andan buscando quién los represente cada vez que les llega alguna cuenta, se paran frente a una góndola, pagan la cuota del colegio, compran algún medicamento. Los gremialistas se rejuntaron, incómodos, y comenzaron a medir a codazos una huelga general que se cayó de madura hace rato y anda largando gusanos en el piso. Enfrente, o al lado quién sabe, los micrófonos aúllan a tono con los ministerios; es muy rápido, deben dejar gobernar, recién empiezan, están enderezando el barco que dejó naufragando la ex presidenta. Bueno, la medida del tiempo es absurda, en un día se puede arruinar la vida de un pueblo entero, o por lo menos eso necesitaron para aumentar las tarifas de los servicios públicos hasta márgenes irreales como la cooperativa que pagaba 50 mil pesos y les llegó 831 mil…..en una tarde. El dejar gobernar es polémico, si los dejás empeora, como todo lo que se hace mal, el tiempo que transcurre sin corregir lo vuelve crónico e inevitable; por último, la pesada herencia y el nuevo rumbo no tiene quien nos diga hacia dónde vamos, para dónde y quiénes corregimos. Así de estupefactos están los trabajadores frente a los amagues y las amenazas, las miradas fieras, los índices levantados y la inacción de toda ésta bravuconada. El trabajador en los últimos meses se encontró con
*Cifras oficiales hablan de 120 mil despidos, con empleados en negro y laburos semi informales son más de 200 mil.
*En el primer semestre las paritarias se cerraron con un 27% de promedio en la suba del salario, un 15% cómodo por debajo de la inflación que no incluye por suspensiones judiciales, el tarifazo de los servicios que son, como mínimo, tres veces más de lo que eran.
*El aumento de prepagas, transporte público, medicinas, colegios, combustibles,.
*La promesa de eliminar el impuesto a las ganancias, fuente de los paros nacionales contra el kirchnerismo, no fue cumplida; sí se cumplió con la quita de retenciones al agro y la minería.
No incluimos en la lista alimentos. La recorrida es hecha de memoria, de volea, porque la contundencia de la cita de las mismas alcanza y deja para el que viene. La inactividad sindical, el
desgano llamativo (hace un año organizaban paros nacionales por el impuesto a ganancias que alcanzaba al 10% de los trabajadores que mas ganaban), tiene historia, motivos, dá el por qué.
Las organizaciones sindicales en la Argentina nacen con su primer siglo de independencia, allá por comienzos del siglo XX. La europa post revolución industrial generó la crisis de una nueva y vigorosa clase social, los trabajadores asalariados, pagos. Rápidamente se producen las ideologías que respaldan las crisis claras que formaban parte de un estado que no vislumbró ni quería soluciones para los aparecidos. Fue así que el marxismo gana terreno entre los trabajadores, y el anarquismo de Proudhom, Bakunin, Prokofiev; les da la idea y el músculo a la lucha por venir. Las guerras internas, las caídas de viejos imperios, reyes y condes, la persecución , sube a los barcos a ésos obreros anarquistas y los lleva bien lejos, y bien lejos era Argentina, tierra conocida desde hace bastante por los europeos. Llegan a un país sin proletariado, con escasísima industria, que festejaba su primer centenario con vacas y choclos y obreros esclavizados. Gente de trabajo, con formación ideológica seria, rápidamente buscan eco en las nuevas clases obreras argentinas, y los reclamos de jornada laboral de 8 horas, aguinaldo y vacaciones, protección laboral y de salud, derecho a la educación; las antiguas luchas eran nuevas y fértiles en una tierra virgen aún y en florecimiento. La lucha fue en algunos casos espectacular (Di Giovanni, Radovinsky; la policía torturadora y violenta de Ramón L. Falcón), y la violencia estatal acabó con los emergentes de esa lucha, pero la idea no fue vencida; los obreros de la Patagonia fueron reivindicados durante un siglo casi ya como símbolo de esa lucha, pero fueron asesinados ellos.; esa falta de físico, de tangibilidad dejó a la idea durmiendo en proyectos de ley presentados por el socialismo de Palacios, Justo y Repetto. La oficina donde durmieron esas carpetas la ocupó en 1942 el Coronel Juan Perón, cuando con el grupo de oficiales que usurparon el poder en ése año se repartieron ministerios, llamativamente el Coronel Perón se queda con enquilosada y en desuso sub secretaría de Trabajo; éste militar tenía una sólida formación política ( y por lo tanto aspiraciones) en los nacionalismos italianos y alemanes, además de ser un fervoroso lector de Clausewitz, también leía a los teoristas socialistas y la lucha del obrero europeo y el triunfo de sus reclamos fueron el motivo por el cual Perón se retira de las luces por un tiempo, pero sabía perfectamente los proyectos de ley que había entre las telarañas de la oficina arrinconada dentro del ministerio de guerra. 
Perón así lideró a un pueblo sin conducción, muy numeroso y joven, el vigor de esa lucha lo llevó al poder, las conquistas sociales vinieron de la mano de un gobierno, los sindicatos que se formaron fueron posteriores y se construyeron de la mano de un gobierno y no de la lucha. Los gremios argentinos, como en pocos lugares del mundo, surgen de las conquistas y no de la lucha obrera. ëse nacimiento bajo la sombra de un gobierno marcó la historia del sindicalismo en nuestro país, salvo recordadas excepciones como Framini y Tosco; más acá, Abdala, De Gennaro y el mismo Moyano, que lucharon contra la destrucción de la industria de los 90, y la flexibilización laboral tácita y reglamentada después por De la Rúa. Ése sindicalismo casi siempre cooptado por los gobiernos de turno (los mejores momentos de los trabajadores en la Argentina fueron brindados por gobiernos y así los sindicatos fueran oficialistas)hoy se ve obligado a combatir a un gobierno que destruye sus bases, los obreros y trabajadores, pero que ellos mismos ayudaron a arribar al poder; ésta vez no engañados por promesas de mejoras laborales, si no comprados por medidas de gobierno que favorecían a la caja, la tan remanida caja. En definitiva, no están a la
altura, no dan la talla, no representan a nadie más que a ellos mismos, y por eso tropiezan con sus lenguas, se vuelven vulgarmente tibios, se les nota todo y disimulan muy mal.
El impulso del malestar social, la inevitable destrucción social los llevará a la huelga, harán un palco y pondrán un micrófono, abrazarán alguna idea, dirán basta con la puerta abierta; harán mímica con algo de ruido, serán el muñeco en la rodilla del ventrílocuo. Muy poco para éste momento de la historia Argentina, crítico y fundador de los años porvenir, la altura de la lucha es alta, los líderes, los de la primera fila, no quieren ni saben, no lo han hecho jamás y los referentes (pocos) que pueden buscar en su propia historia, ayudan nada, los mejores terminaron mal, los peores duraron en el tiempo, 40 años de historia hay detrás de ésos escritorios que ahora llenan de consignas que le dictan asesores mejor vestidos que ellos, menos rudimentarios y claves en ésta vuelta del cuento sin final que es Argentina.

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